17 de diciembre de 2014

75 años de la Batalla del Río de la Plata

Diseño: Arq. Daniel Pereyra
Matasellos especial.

Motivo de la ilustración: Crucero "Uruguay"

La Batalla del Río de la Plata fue la primera batalla naval entre buques ingleses y alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Además, fue el único episodio de la guerra desarrollado en América del Sur, en aguas territoriales uruguayas. Participaron el acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee, los cruceros ligeros Ajax y Achilles y el crucero pesado Exeter.

La misión del Graf Spee era apostarse en el Atlántico Sur, para lo cual zarpó del puerto de Wilhelmshaven el 21 de agosto de 1939, 11 días antes de la apertura de las hostilidades. Durante la travesía lo acompaña el Altmark que, en lugares previamente decididos en pleno mar, lo abastece de combustible y provisiones.

El Graf Spee actúa como un verdadero pirata: cambia de nombre, de bandera, llega a colocar una alta torre para confundirse con otra embarcación. El 28 de septiembre el Graf Spee hunde un vapor en las cercanías de Pernambuco. En octubre captura cuatro barcos más en puntos del Atlántico Sur muy alejados entre sí. En noviembre aparece en el Océano Índico. La acción del Graf Spee crea graves problemas al abastecimiento británico y es buscado intensamente. Sin embargo, nunca se produjo una muerte: a cada uno de los buques víctimas les exigía no transmitir el ataque y luego evacuaba a la tripulación y apresaba a los capitanes y oficiales.

En diciembre, Hans Langsdorff, capitán del Graf Spee, decide hacer una incursión en costas sudamericanas para luego retirarse. El día 7 hunde otro carguero y pone rumbo hacia la zona del Río de la Plata donde, al amanecer del día 13, se encuentra con los buques británicos Ajax, Achilles y Exeter aguardándolo, bajo el mando del almirante Henry Harwood, frente a las costas de Punta del Este. Tras hora y media de combate, el Exeter debe abandonar la lucha. El Ajax y el Achilles también están en muy mal estado. Harwood decide huir y trata de seguir al Graf Spee en espera de refuerzos, pero Langsdorff decide entrar al puerto de Montevideo. Fue la última batalla naval clásica sin submarinos ni aviones.

Información tomada del sitio web del Correo Uruguayo.

12 de diciembre de 2014

Personalidades Afrouruguayas - Ana Josefa Barbera “Tía Ana”

Matasellos primer día de emisión


Diseño: Gabriel Casas 
Artista plástico: Mary Porto Casas
Tirada: 15.000 sellos 

Conocida como Tía Ana, esta africana había logrado comprar su libertad. Se casó con el paraguayo Carlos Montiel. “El 18 de julio de 1808, José Antonio Inchaurbe, como co-albacea de Ibarra, vendió a Carlos Montiel y su esposa Ana Josefa Barbera, negra libre, la acción y derechos que tenía a un rincón entre el Tacuarembó Chico y el Tres Cruces, frente de arroyo a arroyo y 8 leguas de fondo.”
Este territorio es conocido como “Rincón de Tía Ana”.
Carlos Montiel y Ana Josefa Barbera aparecen censados en el padrón que Artigas mandó levantar en el campamento de Ayuí. El 10 de marzo de 1812 Ana Josefa daba conformidad a su testamento en la villa del Salto Chico del Uruguay, nombrando albaceas testamentarios a su esposo Carlos Montiel y al religioso trinitario Fray Manuel Úbeda, uno de los fundadores de Trinidad de los Porongos. Allí declaraba que los bienes adquiridos durante el matrimonio, consistían en una estancia situada en Tacuarembó Chico, con ranchos, corrales y ganados, caballares y vacunos, ocho y media cuadras de terrenos en los propios de la ciudad de Montevideo.
Agrega que no teniendo heredero forzoso alguno, era su voluntad fundar una capellanía “cuyo capellán tenga la obligación de existir en mis dichos terrenos de Tacuarembó Chico, celebrar los domingos por mi Alma y asistir en lo espiritual a todo aquel vecindario por hallarse tan destituido de bienes espirituales, pues la iglesia más cercana dista cuarenta leguas, para cuyo efecto se deberá edificar un oratorio público, para lo cual ruego y suplico al ilustrísimo obispo y Real Patronato tenga a bien esta mi deliberación, concediendo y librando los despachos que se pidan por algunos de mis albaceas en virtud del poder que les confiero…”
Otro gesto de Ana Josefa fue el de hacer beneficiario en su testamento a un “hermano de color”, el “moreno libre Mariano Palacios” que había trabajado con ella. Es así que ordenó que “se le den ciento cincuenta animales en recompensa de los buenos servicios que me ha hecho, lo que anoto para su cumplimiento”.
La capellanía que había instituido Ana Josefa poco antes de su fallecimiento debía sostenerse y fundarse con el usufructo de la estancia, es decir con el producto de los arrendamientos de la parte que le correspondía en la mitad del terreno y ganado.
El 29 de julio de 1820, Dámaso Antonio Larrañaga, le ordenó al cura vicario interino de los Porongos, Fray Manuel de Úbeda, pasase a poner en ejecución dicho legado, erigiendo un oratorio público en Tacuarembó Chico. Pero ante la total destrucción de los bienes, ya que el ganado destinado para los gastos que debían invertirse en la fundación de la capellanía nada producía, los albaceas resolvieron vender los restos del caudal…
Casi una década después, en enero de 1832, ya constituida la República, en el Rincón de Tía Ana, el coronel Bernabé Rivera puso en planta el pueblo de San Fructuoso (hoy Tacuarembó).

Reseña Histórica: Prof. Oscar D. Montaño.