10 de marzo de 1970

Centenario del nacimiento de Evaristo Ciganda (Correo Aéreo)


Diseño: Ángel Medina Medina

Observaciones: el centenario del nacimiento de Ciganda se cumplió el 26 de octubre de 1968. La estampilla tiene pie de imprenta "1969" y se emitió en 1970.


Evaristo Ciganda

por Wilfredo Perez

Fue brillante parlamentario, periodista, catedrático y también el autor del proyecto de ley de jubilaciones y pensiones escolares del año 1896.

Había nacido el 26 de octubre de 1868 en el departamento de Soriano, hijo de vasco español y madre uruguaya, pero pasó toda su adolescencia en San José.

Cuando llegó el momento de culminar el bachillerato, se instaló en Montevideo y alcanzó a graduarse de abogado en 1891, presentando una tesis sobre Las Crisis.

Su clara inteligencia y su notoria dedicación al estudio muy pronto lo llevaron a dictar Historia Nacional y Americana en la Sección de Enseñanza Secundaria y casi enseguida tomó a su cargo la cátedra de Derecho Civil.

Desde joven, como periodista, su pluma se destacó ampliamente y su oratoria grandilocuente, exaltando los sentimientos de patria y de partido, fueron anticipo de lo que serían más tarde sus notables artículos periodísticos y sus elevados discursos en la Cámara de Diputados.

Llegó al Parlamento, para la 18a. Legislatura, electo por San José y se desempeñó en la banca desde el 15 de febrero de 1894 al 14 de febrero de 1897, en una bancada minorista que, entre otros, integraban Hipólito Gallinal (h), Manuel Herrero y Espinoso, Alberto Palomeque, Francisco J. Ros, Juan José Segundo. Aquella Cámara era presidida, en 1994, primero por Miguel Herrera y Obes y luego por Felipe H. Lacueva y desde 1895, por Duncan Stewart.

Para la 19a. Legislatura fue reelecto por San José, actuando desde el inicio el 15 de febrero de 1897, pero no llegó el final de la Legislatura pues se estaba en plena Revolución de Saravia y llegada la paz, el 10 de febrero de 1898 las Cámaras fueron disueltas por el golpe de Estado de don Juan Lindolfo Cuestas, quien nombró enseguida un Consejo de Estado integrándolo con 58 colorados y 30 entre blancos y constitucionalistas. La aceptación de éstos era clara, pues se perseguía el cumplimiento del acuerdo de paz que provenía luego del asesinato del presidente de la República Juan Idiarte Borda.

Sin embargo, Ciganda no fue tenido en cuenta por Cuestas para ese Consejo, pues, al parecer de Fernández Saldaña, cuya opinión damos pese a su notorio perfil antiblanco, Ciganda era "demasiado legalista y moderado". Como es sabido Cuestas, presidente del Senado, asumió la primera magistratura ante el asesinato de que fue objeto Juan Idiarte Borda y en su afán de permanecer en el alto cargo, dio el golpe primero, luego grandes maniobras políticas para lo que era un especialista y al final logró que la mayoría de la Asamblea General lo votase como presidente de la República. Respecto a él, Carlos Roxlo dijo: "El pasado de este hombre no se distingue por sus servicios a la libertad".

Pese al poco tiempo en que desarrolló su labor parlamentaria, Evaristo Ciganda culminó una muy destacada y ejecutiva labor, cuando su proyecto de jubilaciones y pensiones civiles se convirtió en Ley el 28 de mayo de 1896.

Una iniciativa tan importante y en especial para la época en que resultó aprobada, movilizó el amplio reconocimiento de los cuerpos docentes del Magisterio nacional que años después solicitando a la Intendencia de Montevideo logran la inclusión del nombre de Ciganda en una calle que va desde Avenida Agraciada hasta Millán.

Al no participar en el convulsionado gobierno de Cuestas, tomó otros caminos que no por ser ajenos a los que hasta ese momento había recorrido, le fueron extraños. Su cultura, su inteligencia, su vocación de estudio, siguieron abriéndole horizontes. Y aquel joven abogado —recibido a los 21 años— y aquel joven parlamentario —ingresó a la Cámara con 26 años— luego de seguir en la docencia y en el periodismo, recibió el nombramiento de Cónsul General de la República en París, donde impuso, una vez más, su calidad humana y su profundo saber.

Cuando todo hacía suponer una larga y brillante carrera diplomática, ya fuera en la Ciudad Luz o en otros países, se apagó su vida en 1910, cuando apenas contaba con 42 años de edad.

Artículo publicado en el diario El País de Montevideo, 27 de noviembre de 2002.